domingo, 21 de octubre de 2012

rocktubre


augusto rubio acosta

te escribo esta carta

enciendo este momento sagrado
porque tenemos derecho al delirio
porque en este mundo prostituto
urge la capacidad de vivir cada día
como si fuese el de nuestro nacimiento
urge continuar ejerciendo esa extraña voluntad
de belleza y de justicia
permitirnos soñar para poder vivir cada noche
como si fuese la última
                                          [ la del estribo ]
la de nuestra muerte


te escribo esta carta
porque tus ojos
                              [ como la utopía ]
habitan siempre mi horizonte
uno que tal vez nunca alcance
porque cuando escribo
                                           [ y me prolongo ]
cada vez más se aleja
te escribo esta carta
para que cuanto más la busques
menos la encuentres
para que se vaya alejando
a medida que me acerque
para que cuando pasen los años
yo solo sea el hombre salvaje
y del populorum que te ama
el que aprendió a lavar su taza
y a comer cachangas por corrientes
                                                                [ casi siempre ]
exhausto de tanto andar


te escribo
porque después de todo
la utopía sirve para eso
para caminar
                        [  porque hacer otra cosa no sé ]
excepto incendiar nostalgias y abismos
abrazarte en primavera
cantar
             [ extrañarte ]
vivir.

lunes, 8 de octubre de 2012

puerto eten

augusto rubio acosta

hubo un tiempo
en que mis palabras fueron vanos fragmentos
y balbuceos a la hora de registrar sonidos
un tiempo en que el contemplar el ir y venir de la historia
poblada siempre de grandes y oscuros cielos
fue una mayúscula catástrofe celeste

tan parecida al amor
a la vida a la muerte
a ese océano mudo donde se puede pescar sin límite
el insondable estornudo que a uno siempre lo acompaña


hubo un tiempo de luz pero también de sombra
y madrugadas en que era imposible distinguir
si estaba atado al escritorio o a la silla
caminando sin tropiezo entre la nada y la materia
atravesando el mar los accidentes geográficos
las matemáticas los números
todo aquello que se ocupa de la música


hubo un tiempo
en que nada me decían mis palabras
y entonces recurría a la cajita de fósforos donde duermo
para incendiar tanto silencio
a la almohada donde rasguñaba historias
que hablaban de los fondos mutuos
de los valores de cuota y rentabilidad de la vida


yo nunca supe de commodities
de tasas de interés
ni indicadores bursátiles
la misión que tuve siempre en la vida
fue defender nuestra luna
el cielo las nubes las estrellas prostitutas
la alegría que a pesar del cemento y la mierda
brota como reclamo
de lo más profundo de la tierra


yo nunca supe
de bonos soberanos y corporativos
lo mío fue despertar siempre a medianoche
con el pijama lleno de luces
y el cigarro inexistente encendido
los míos fueron siempre versos pálidos e inútiles
el rock & roll y un viejo tocadisco
la camisita que tengo puesta
y mi catre de madera
el color de la libertad
tu sonrisa


hubo un tiempo
en que la hecatombe
la distemper y la pena
se apoderaron una vida de mi patria de palabras
pero de pronto descubrí
que felizmente todavía me polinizo en el viento
y discuto a solas con mi propio diccionario
descubrí que aún creo en la alegría de mis muelas
que muchas veces no se dan por aludidas
que aún confío en mi guitarra
en las canciones que nunca termino


¿qué sería de mi si este mar no existiese y no se pareciera a la muerte?
¿qué sería si este puerto no me recordase que estoy vivo
y hay que aprender a temblar?

sábado, 6 de octubre de 2012

Adiós Cisneros, hasta siempre poeta


Augusto Rubio Acosta

A la hora del almuerzo, no hubo almuerzo. A la hora de la cena, no hubo cena. Antonio Cisneros ha muerto. Se fue ayer muy temprano y el ministro de Cultura dijo que su partida constituye “una gran pérdida”, una que estamos seguros no entiende, nunca entenderá a cabalidad, porque para entenderlo hace falta -más que palabras- modus vivendi, lectura atormentada y absorbente, experiencia de vida.

Se ha ido uno de los grandes poetas que aún teníamos y el Ministerio de Cultura –sorpresivamente- decidió hacerle un homenaje (cuando está bien muerto). Se ha marchado quien desde muy joven supo marcar las fronteras con sal y estacas, quien ayudó a techar la casa de la poesía (de la generación del sesenta), y que una vez concluida la pequeña obra hizo fiesta con los maestros albañiles, elaborando una cruz de palo para amarrar geranios, lluvias de oro, también panes con carne asada, yerbas, cebollas, libros y bosques de cervezas.

Se ha ido Cisneros y sobre el horizonte de tierra, sobre los astros de tierra, aprovechamos la hora en blanco de la tarde para hablar del poeta-plantígrado-hormiguero que acompañó nuestros más dicharacheros almuerzos y nuestra existencia lectora desde el principio. Quizá fue la edad, el tiempo en que despertamos a la vida, los años en que fue más sencillo mirar las cosas tras un cristal y echarse a caminar por las calles como si alguien nos persiguiera, como si algo nos perturbara, y no teníamos más remedio que restregarnos los ojos con fuerza frente al mar y acomodarnos la camisa maltrecha, para poder acercarnos a la palabra escrita con dignidad, con la frente en alto.

Es domingo en Chimbote. La fotografía de Cisneros aparece en las páginas de todos los medios impresos, en cada esquina soleada de mi ciudad está su imagen desmelenada y rebelde (cuando joven), su retrato acartonado (de sus años taciturnos), y en verdad es una honda pena la que hoy experimentamos. No es fácil aceptar que alguien que en forma de libro nos acompañó toda una vida, hoy ya no está para continuar haciéndolo (aunque la buena poesía nunca muere). Ayer nomás tocábamos a su puerta para una conversa (libresca e imaginaria siempre). Ayer nomás su risa, su ironía, su palabra, su abrazo sentido. ¿Qué podemos hacer, árbol sin hojas, fuera de dar la última mirada en dirección del paraíso perdido?, ¿qué podemos hacer ante el misterio de la vida?...  ¿Habrá dejado una lámpara encendida el poeta que ya llegamos todos para hacerle compañía? Responde sol oscuro de Chimbote, responde atardecer de El Trapecio-Florida-Libertad-todo Meiggs-Señor de los Milagros-Terminal Terrestre, ilumina un instante siquiera, aunque después te apagues para siempre...