lunes, 30 de julio de 2007

Gonzalo Pantigoso: “La literatura es una fuente espiritual, estética, reveladora…”

Escritor y crítico literario rompe un silencio de 20 años con la publicación de “Atahar” y “Lindero prohibido”

Augusto Rubio Acosta

Escritos durante la década del 90 y posteriores a “Confesiones de Mantícora”, su poemario más representativo, acaba de entrar en circulación la colección de poemas denominada “Atahar“ y el libro de cuentos “Lindero prohibido”, los dos nuevos productos literarios de Gonzalo Pantigoso Layza (Chimbote, 1957) quien de esta manera rompe un prolongado silencio editorial que duró veinte años. La Industria de Chimbote conversó brevemente con el autor, quien a su vez es Director de la revista “Alborada”, medio de creación y análisis del Grupo Isla Blanca, que acaba de publicar su edición 28.
Gonzalo, ¿por qué tanto tiempo sin publicar?
En primer lugar porque no tenía apuro y segundo porque deseaba tener un trabajo literario bien procesado. También porque le he dado prioridad a mi carrera profesional, siendo ese el factor más determinante.
Vemos que “Atahar” y “Lindero prohibido” abordan la temática amorosa en gran medida, pero también contienen una profunda preocupación social…
“Atahar” es una especie de continuación de “Confesiones de Mantícora”, está dividido en tres partes donde primera aborda el tema erótico y amoroso, pero también recoge algunos poemas sueltos publicados durante estos años en revistas de literatura y que plantean una temática social. “Lindero Prohibido” contiene cuentos que hablan del amor maternal, la lucha subversiva, el amor imposible, le elevación espiritual, la contaminación ambiental, la liberación de la mujer, el sentido de la muerte y del destino, etc. He tratado de abordar temas universales y encontrar un estilo propio, sé que esto es difícil pero alguien dice que hay que creer en la posibilidad de lo imposible.
¿Qué tan difícil es dedicarse a la literatura?
En todo país como el nuestro es difícil. El deshábito de lectura influye mucho en la creatividad literaria porque determina o no un mercado que es necesario para mantener el círculo productivo. Por otro lado, crear una obra requiere mucho esfuerzo intelectual que a veces no es compensado por las editoriales. El escritor a veces siente que ha perdido su tiempo y que sólo le ha dado una fuente de ingreso a la editorial.
Igual sucede con el proceso literario. La gente no es conciente…Es que la sociedad está ganada por la lucha ante sobrevivencia. La literatura es una fuente espiritual, estética, reveladora, que realiza su propia batalla en medio del avance tecnológico de los medios de comunicación masiva y la cosificación del hombre. No nos damos cuenta que la literatura aporta en la construcción de nuestra identidad y que nos hace seres más sensibles con mayor visión de la vida, porque no es necesario que vivas la experiencia para conocerlo sino sólo leerlo.
Sin embargo, de eso también somos en parte responsables los escritores, ¿qué defectos le encuentras a nuestro proceso literario?
Nos falta más estudio, más lectura, más conocimientos y preparación en la escritura. Hay que conocer teoría literaria, teoría textual, crítica literaria. Se piensa que solo el hecho de saber escribir y tener un sentimiento es suficiente para ser escritor. Las actividades literarias que sirven de promoción y difusión tienen que tener el nivel académico necesario para educar a nuestra sociedad. La sencillez de los actos no implican que sean simples o improvisados.
Pero no todos son defectos, también hay virtudes…Definitivamente. En Chimbote existe un buen número de escritores en actividad. Antes en nuestro corpus literario, no teníamos novelas, por ejemplo, ahora se han publicado varias de ellas. Tenemos también una variedad expresiva que abarca cuento, novela, poesía, crónica, ensayo, testimonio, leyenda, etcétera. Además, los escritores chimbotanos que viven en el extranjero están aportando mucho a nuestro proceso literario. Finalmente, los lectores y el tiempo definirán el verdadero valor de nuestra literatura.

viernes, 27 de julio de 2007

UNOS CUANTOS CUENTOS DE JULIO CARMONA


A propósito de su nueva entrega editorial

Roberto Reyes Tarazona


“La guitarra”, el primer texto de Unos cuantos cuentos, colección que nos ofrece Julio Carmona, anticipa la condición narrativa de la mayoría de los otros relatos, a pesar de la disímil composición de éstos, así como sus diversas técnicas, personajes y ambientes.
En “La guitarra”, desde las primeras líneas, resalta el tono coloquial, que en este cuento asume un rescate directo de la oralidad, condición que se hallará presente, de una u otra manera, en todo el libro. El narrador es aquí un viejo hombre de pueblo que evoca una historia a partir de una guitarra aparentemente abandonada, solicitada por un joven. Mediante este recurso, el narrador se va adentrando en el pasado y, por lo tanto, en otra forma de pensar y de actuar. A medida que se avanza en el relato, se va revelando la condición del narrador, un viejo poblano, que en su juventud fue “gallero y buen bebedor de chicha” además de gran tocador de vihuela; y así, poco a poco el lector es trasladado al mundo de los bandoleros norteños, en donde al final se agrega el componente que acompaña a “el juego, el guitarreo y el galantear”: la violencia, que actúa como desencadenante de la historia. De bandoleros es también “Cavar un hoyo o ‘La cruz de los Juárez’”, cuento (que tiene como referente histórico, un lugar de Ferreñafe, en el Departamento de Lambayeque) cuyo final es igualmente dramático. Por otra parte, este interés por el pasado regional, se advierte en el último cuento del libro -y también de su producción- titulado “El secreto espejo del primer amor”. Esta vez, la historia se remonta a la época de la esclavitud, en una hacienda de la costa norte, donde se desenvuelven varios conflictos propios de la época.
En “La guitarra”, como en “Cavar un hoyo o ‘La cruz de los Juárez’”, la historia no discurre por el usual cauce de los relatos regionales, pues el soporte estructural descansa en una filosofía de vida –que da soporte al libro y se irá evidenciando sutilmente en la medida que se sucedan los cuentos. En el primero de los mencionados, cuando el narrador-personaje está empeñado en explicar a su interlocutor, a través de términos locales y refranes su punto de vista, ratifica su posición afirmando: “cuando la vida te llama a descanso muere el tiempo y muere el viento”. Y a continuación, refiriéndose a la guitarra, dice que “Ella es como la constancia que la memoria precisa cuando de sacar cuentas se trata”. Lo cual, en conjunto, expande la riqueza del lenguaje.
Pero este contrapunto entre el saber popular y las ideas sutiles y hasta poéticas no es el único recurso narrativo de Carmona, quien también se vale del montaje de dos planos temporales diferentes que convergen en un final efectista, como por ejemplo en “Por las buenas” y en “Servicio de turno”. También emplea el monólogo interior de manera efectiva en “Ahora que sí puedo decirle todo esto”.
No estamos, pues, ante un narrador ingenuo que intenta recrear de manera naturalista las historias escuchadas en su localidad, o imaginadas por influencia del ambiente. Y si bien en la mayoría de los cuentos se advierte el uso de localismos –sin abusar de ellos–, y un predominio de historias regionales, todos los cuentos revelan un tratamiento literario consistente y efectivo. En otras palabras, Carmona conoce y domina el oficio de narrador y conduce sus relatos siguiendo los cánones establecidos por la poética del cuento.
De esta manera, va desgranando historias en las que se van apuntalando rasgos que configuran su mundo narrativo. Uno de ellos es la opción por el diseño de personajes de extracción popular, como en los cuentos ya mencionados. En todos los casos -incluyendo los cuentos de tema urbano: como “Cambio de posta”, “El retorno” y “Castración”-, la presencia de lo popular se revela de distintas maneras. En “La alegría por los suelos”, el punto de vista narrativo parte de una colectividad, como que podemos leer: “Nosotros le damos la espalda a la iglesia y también al sol”…; o si no, se desarrolla el enfrentamiento de los débiles contra los poderosos. Así, en “Por las buenas”, un conflicto laboral enfrenta al patrón con los obreros; en “Ahora que sí puedo decirle todo esto”, se expone el abuso de la gente del gobierno sobre un humilde padre de familia; en “Calibán”, se abordan la soledad y el desamparo en el contexto de las relaciones patrón-peón de hacienda.
Otro rasgo importante en la narrativa de Carmona es el humor, que lo consigue mediante la descripción, como en el extenso primer párrafo de “De entierros y desentierros”, pasando por el humor de situaciones, como en “La alegría por los suelos”, e incluso el humor negro, recurso que utiliza para atenuar el peligro de caer en la truculencia, en el final de “Por las buenas”.
Además, Carmona, como buen poeta -pues él ha hecho su ingreso a la literatura por la puerta de la poesía- incursiona en el tema del amor, tema difícil si los hay, en la narrativa. “Servicio de turno” corresponde a la secular historia de un triángulo amoroso, que desarrolla de manera irreprochable, sin caer en un final previsible, gracias sobre todo a su adecuado manejo de la trama y de los planos temporales.
Por todas estas razones, que tienen que ver con el adecuado manejo del lenguaje, de las técnicas narrativas, con sustento en un punto de vista coherente con sus ideas y convicciones personales; así como por la riqueza y fuerza del tratamiento de sus textos, y por aquellas razones que no se pueden explicar analíticamente, por corresponder al simple placer que produce seguir una historia bien contada, Unos cuantos cuentos, de Julio Carmona, es un libro que puede colmar las expectativas de todo lector amante de la literatura.

jueves, 26 de julio de 2007

MONÓLOGO DE ARIEL MIRANDO EL RÍO *


Augusto Rubio Acosta
Yo jamás conocí a Leticia ni a Holanda, tampoco llegué a pisar jamás en las vías del Central Argentino. Es cierto, nací en otro tiempo, en otro lugar y en otra urbe. Nací en un puerto, estaba aquí ante este río, tenía treinta años – creo –, hacía calor, era fin de año y una mañana cuando pensaba en mis innombrables relecturas, apareció en la lista de mi messenger alguien con aliento a una poesía que a primera vista – intuía – había llegado para quedarse. Era verano el sol quemaba y yo imaginaba cómo sería su mundo, cómo hacía para escribir tan prolíficamente a la mitad de sus clases, si aún manejaba bicicleta camino a la playa, si extrañaba su casa perdida, o si por ese tiempo ya andaba buscando a alguien.

Yo jamás conocí a Leticia pero después de aquella primera conversa digital era como si la conociera de siempre, como si la hubiese reconocido, como si de niños hubiésemos habitado la misma casa, el mismo barrio, la misma cuadra y hasta hayamos compartido las mismas bromas, lecturas y penas. En ocasiones, el recordaris, las largas charlas “familiares”, entre otras cosas, empezaban ya a saturarnos; hasta discutíamos a veces y no llegábamos a ponernos completamente de acuerdo en algunas cosas. Así era, y habrá que decir también que en algunas tardes soleadas salía en busca del mar. El mar, el mar era una especie de dolocordralán extra forte de 500 o de 1000 miligramos, como una sábana enorme donde se puede asistir a una lectura inexplicable y a la vez tácita; en fin, todo un mundo…

¿Recuerdas?, ¿en verdad recuerdas cómo era todo…? Recuerdo las veces que ella fugaba para este río o al mar de Chimbote para observar el poniente en el muellecito de madera ese, con sus llantas laterales y sus picos largos danzando y planeando alrededor de mi sombra. Recuerdo las mariposas plateadas y brillantes en ciertas – aunque muy escasas – noches, la libertad del viento y las escalinatas en el Malecón Grau – frente al Turistas –, donde alguna vez arrojamos una botella colectiva abigarrada de sueños. Nosotros nunca tuvimos gato, pero eso a quién le importa. A las justas una vez hizo ruido por casa un pequeño loro, un animal de cierta vida y aciago fin tras la mordedura de los alambres del refrigerador. Si he mencionado a los animales domésticos era porque deseaba decir que lo que sí recuerdo bien es mi casa en silencio – sin ruido, sin perro que ladre, zancudos que zumben, ni cucaracha kafkiano alguna –, las varias casas que tuvimos, las mudanzas aquí, allá, nuestro colchón de círculos anaranjados que trasladábamos a todos lados y siempre de noche, cuando la gente era poca, la iluminación escasa, ya no había más que embalar y me terminaba de comer las uñas. De ese tiempo al de ahora, hay cierta, tamaña distancia…

¿Recuerdas cómo era nuestro reino? Una gran curva de papeles acabados de garabatear justo frente a la pared de nuestra casa; sí, una casa verde que después se convirtió en gris o de un color similar. Y éramos pobres pero también muy ricos. En el lugar no había más que libros, revistas de cultura – entre ópalo y amarillentas –, poemas sueltos, borradores, periódicos y la doble vía; pasto ralo y estúpido para quienes dicen gobernar a los pedazos de hombres y mujeres desocupados que exigen justicia en las calles de mi ciudad. A veces, cuando observaba a contraluz alguno de los cabellos que el viento arrancaba de tu cabeza por mí – como si yo te los hubiese pedido para guardarlos bajo mi camisa en la esperanza de la multiplicación infinita –, constataba que era azul ante el sol de las dos de la tarde, aunque a veces era negro, era vino, era… ya ni sé qué color era, el hecho es que era tu cabello y nada pues, ya ni sé lo que estoy diciendo, maldita sea, tendré que volver a concentrarme para continuar escribiendo…

Ah, sí. Ya recordé que no te llegué a contar la vez que crucé al vuelo la avenida Gálvez, saliendo de la biblioteca, feliz, con un nuevo cabello tuyo entre mis dedos, y casi provoco mi propia muerte. “Sal de ahí, cabeza e´ libro…”, me había gritado un estibador agazapado en lo alto de un vetusto camión de harina de pescado, y ya ni sé por qué ahora lo menciono. Rayos, ¿estaré envejeciendo?, ¿me habrá agarrado la andropausia?, ¿será que de veras los libros me están haciendo un verdadero e irreparable daño?, ¿o se trata de simplemente de quemar todo esto, echarlo a la basura, put it in the trash, like the stone temple’s pilots song, e impedir en todo caso de que algún día este pedazo de papel escrito a mano se eche de verdad a volar…?

Hablaré mejor de los recuerdos, de la vida, de los trenes, del otro lado del cauce, de ese pedacito de río color café con leche, de las estatuas, de un juego que tenía final y de unos ojos grises. Hablaré también de las ganas que uno tiene de ser niño y montar sobre una oveja, de jamás tender la cama donde uno duerme y de que alguien le arregle a uno la vida y los libros que son todo un caos y se apilan sobre cajas, trastos y rumas cada vez más enormes e insondables. Yo nunca conocí a Leticia, ni a Holanda, ni a quienes protagonizaron la historia de las estatuas frente a un tren que no precisamente venía de Huallanca, pero las reconocí en algún lado y las quería de siempre e imaginaba – como ya dije antes, creo – cómo sería su mundo.

Yo conocí hace tiempo a Leticia y escribía poesía; y ayer por la tarde, cuando la plaza estaba fría, después de salir a dar una vuelta por el centro de mi ciudad (comisión periodística le dicen), alguien me mostró el objeto más hermoso que pueden producir los hombres. ¡Ha salido un nuevo poemario, cimarrón, a ver qué hacemos para difundirlo…! Y no saben ustedes la alegría que me dio. Me alegré, lo hice, tal vez no hubo nadie más contento en ese instante en toda la ciudad. Era un libro blanco, con óleo colorido en la tapa y comentarios breves en la contra. Era un libro importante surgido de la capital de este nuevo reino, nuestro mundo silvestre y la central de nuestro juego. Era un manojo de poemas y a partir de ahora un ornamento mitad estatua mitad actitud; lo tuve unos momentos entre mis manos crispadas y en él reinaba la libertad absoluta…

“Lo que cuento empezó vaya a saber cuándo, pero las cosas cambiaron el día en que el primer papelito cayó del tren…”. Cortázar quizá jamás lo sepa, pero hay historias que él muy bien habría podido recrear. Los trenes, las pesadillas, el caminar de madrugada por las calles desiertas, midiendo a la distancia las luces de los autos que aceleran desbocados y sin mirar los semáforos ni a los nuevos policías que pueblan nuestra urbe. Se podría escribir sobre los nuevos libros que aparecen, circulan, y la manera de cómo estos se empiezan a apoderar de ciertas vidas. Se podría escribir de los ojos brillosos de quienes entregan un poemario a nuestra historia, de aquellos que sacan los brazos por la ventanilla, de los trenes que alguna vez dejaron de existir en la ciudad gracias a unos cuantos temblores. Se podría escribir también de los terraplenes, de los pintores y sus obras, de las calles vacías – ya lo he dicho, pero vale igual vale, shit –, de los ojos grises, del mar de Chimbote y de aquellos que viajan quietos en su asiento, siempre a la vera de la ventana del segundo coche. Se podría escribir de tantas cosas y de ninguna a la vez, porque cuando aparece un nuevo libro la alegría se dibuja en el rostro más fiero, uno se acuerda de cómo se han forjado las cosas más esperanzadoras, y a uno se le antoja monologar a veces – o como a mí ante este río – y cantar.
(*) Tomado del volumen de narrativa Crónica vida, de reciente aparición.

ALEJANDRO Y LOS PESCADORES DE TANCAY EN LA FIL


Novela de narrador chimbotano, Braulio Muñoz, es parte de la nueva colección “Diamantes y pedernales”, de Editorial San Marcos
Como parte de la presentación de la tercera serie de la colección de narrativa peruana "Diamantes y Pedernales", editada bajo el sello de Editorial San Marcos, la Feria de Libro en Lima (FIL) 2007, lanzará el 19 de julio a las 5 de la tarde y en su auditorio principal, “Alejandro y los pescadores de Tancay”, novela del destacado narrador chimbotano afincado en Swarthmore, Estados Unidos, Braulio Muñoz, libro que habla de la destrucción del hábitat en nuestro puerto y que llega ya a su cuarta edición.
En la cita se presentarán también libros como “El huevo de la iguana”, de Calderón fajardo, “La vida a plazos”, de Jacobo Lerner, “Tiempo al tiempo”, de Isaac Goldemberg, y “La falaz posteridad”, de Teresa Ruiz Rosas.
“Alejandro y los pescadores de Tancay”, ha sido editado anteriormente por Andrea Lippolis Editore (Italia, 2004), la Universidad Los Ángeles de Chimbote (2005), y Río Santa Editores (2006). El libro en cuestión viene actualmente siendo traducido al italiano y a otras lenguas.

martes, 24 de julio de 2007

ARGUEDAS, EL ADORABLE INDIO AGUAFIESTAS *



Pablo Pinedo

Cuesta mucho creer que en un país como el nuestro con profunda raigambre histórica y antropológicamente andina, hablar de identidad sea una suerte de parto doloroso que muchas veces culmina en un consciente aborto, llegando a lacerar no solamente viejos prejuicios burgueses sino también algunos paradigmas sociales vigentes, más aún en estos tiempos rico en transformaciones y contradicciones donde verdades occidentales (TLC, globalización, modernidad, etc.) tan vociferadas nos voltean la mirada sólo al norte del hemisferio.
Para quienes profesan con erudición la transculturización hacia el mito contemporáneo del progreso (uniformización y standarización a los patrones de consumo) que exige la cultura dominante, mirarnos a nosotros mismos e identificar nuestro auténtico y telúrico rostro nacional es una tarea subjetiva de vano arcaísmo. Y es que somos un país en trozos que no nos conocemos y lo que es peor no nos queremos conocer o reconocer y eso nos hace una inmensa sumatoria de diferencias que van desde lo racial, étnico, cívico, sociocultural, etc.
En consecuencia me pregunto: ¿Tendrá valor cívico e histórico para un indígena aymara o un campesino quechua la gesta heroica de Grau? No olvidemos que somos un país multicultural y plurilingüe en el que coexisten más de 65 grupos étnicos en costa, sierra y selva. En realidad ¿Quiénes somos? ó ¿Qué es lo que queremos ser?
Estas preguntas desnudan nuestra famélica conciencia nacional. Tenemos 186 años de vida republicana y la realidad es que somos una concurrida feria de desencuentros y heterogenias con intereses, ideologías, idiosincrasias muy divergentes que han generado dominación y oprobio sobre el mundo andino con nefastas consecuencias sociales y humanas (migración desequilibrada, pobreza, terrorismo etc.) para nuestro país.
Para respondernos esta dolorosa pregunta es preciso recordar la vida y obra de José María Arguedas, figura invalorable que luchó heroicamente por la reivindicación social del mundo andino como fuente y punto de partida de nuestra verdadera identidad nacional. Nacido en Andahuaylas, el corazón andino de Apurímac, el 18 de Enero 1911 en el seno de una hacendada familia andina. Su temprana orfandad materna lo llevó a criarse con los indígenas quechua hablantes de la servidumbre y del campo adquiriendo la habilidad bilingüe y cultivando la sensibilidad sigilosa del hombre andino.
Como escritor prolífico y como estudioso agudo de nuestra enrevesada realidad nacional estuvo atento a los fenómenos sociales de la cultura occidental y el andino con la finalidad de establecer una relación armoniosa de carácter sincrético sin polarizaciones antropológicas ni culturales para concluir en una identidad verdaderamente mestiza donde la cultura indígena tenga un espacio reservado en el devenir histórico de nuestra nación, ese fue siempre su más caro anhelo por eso luchó contra la discriminación, postergación e injusticia social (que el mismo experimentó) de la cultura andina.
Mariátegui lo hizo desde su vertiente ideológica marxista, Vallejo lo hizo desde su desgarro humano hecha poesía y Ciro Alegría lo hizo desde su nítida narrativa de protesta social. La obra de Arguedas fue más persistente y apasionada que abarcó desde las aulas (como profesor secundario en la sierra cuzqueña y catedrático universitario en la facultad de sociales de San Marcos) y también desde sus libros, ensayos, artículos etnológicos, traducciones, etc. basados en su cientificismo social y en una fe inquebrantable en los ideales de justicia social.
Arguedas propugnó un ecuménico mestizaje social revalorando los elementos culturales andinos (religiosidad, lengua, manifestaciones artísticas, gastronomía, folklore, etc.) para nutrir, no para adicionar, sin enconos ni instrumentalizaciones ideológicas a las costumbres y manifestaciones occidentales socialmente establecidas (más allá de la postal y el afiche turístico); sin perder nuestra esencia andina y tampoco el horizonte hacia una nueva civilización netamente mestiza y urbana.
En ese sentido Arguedas fue un gran visionario (irreconocido) porque supo prever el desenlace en la historia, la irrupción violenta de la cultura foránea sobre la andina y su consecuente proceso dialéctico de aculturamiento.
La vigencia Arguediana en la choledad urbana
Los grandes desajustes económicos desde nuestra embrionaria vida republicana hasta la actualidad han generado un proceso de masiva migración de los andes a las grandes urbes especialmente costeras. En Lima así nacieron los pueblos jóvenes, los asentamientos humanos que llegando a conformar los llamados “conos” le dieron un nuevo rostro a nuestra capital haciéndola no precisamente menos horrible. Este fenómeno obligó a replantear la organización y planificación social urbana. Mayores demandas sociales, mayores necesidades, nuevos retos eran necesarios solucionar (pobreza, desempleo, seguridad ciudadana, transporte público, etc.)
Lima se ha convertido ahora en la provincia más poblada del Perú. Esta población provinciana mayoritaria ante su condición de marginalidad ha ido desarrollándose y adaptándose a las nuevas usanzas y tendencias de estilos de vida adquiridas por añadidura (aculturamiento) y creando a la vez métodos y expresiones de supervivencia ante las hostilidades de la sociedad urbana, como por ejemplo el comercio informal y ambulatorio en lo económico.
En el Perú esa marginalidad u “otredad” (definición antropológica) empezó a elaborarse a principios del siglo XX (Mariátegui con su tesis el problema del indio) siendo el indio el actor social y cultural que reivindicaba el mundo andino que era desdeñado por los hispanistas que representaba la visión de un país burgués y aristocrático. Esta marginalidad esencializa al indio como una cultura radicalmente opuesto al criollo de ahí el nombre de “otredad”. Esta “otredad andina” se cubre con el eufemismo de “cholo” que tiene características básicamente urbanas pero sin dejar su herencia andina.
Los medios de comunicación masiva junto con el inconsciente colectivo urbano han idealizado al cholo como una “otredad urbana”. Arguedas se opuso a los que desde una perspectiva negativa sostenían la tendencia paternalista que construye al cholo como una “otredad marginada” que legitima entre los peruanos una serie prácticas poscoloniales como la discriminación y el racismo hacia el cholo y su choledad llegando incluso a la vejación de los derechos humanos tal como lo demostró la CVR.
En ese sentido el esfuerzo de Arguedas ha tenido resonancia positiva en las nuevas visiones sociológicas donde lo cholo es reivindicado y representado como lo bueno, lo emprendedor, lo estéticamente original, etc. El mundo popular (música, chicha, cultura combi, colores chillones y fosforescentes, celebraciones costumbristas renovadas, etc.) reemplazó a las antiguas comunidades de los andes pero esta vez con un elemento nuevo: el criollo. Aquí radica el carácter vigente y dialéctico de la tesis Arguediana que nos hace pensar que lo cholo es la síntesis de todas las sangres que es nuestra verdadera identidad.

II Congreso Internacional de Narrativa Peruana


Huanchaco, Perú, del 16 al 19 de Octubre de 2007


Convocatoria

Estimados amigos:

En nombre de La Mirada Malva y de las instituciones auspiciantes, los convocamos al II Congreso Internacional de Narrativa Peruana. Les adjuntamos el resumen del temario y los invitamos a presentar sus ponencias en las diversas mesas. Éstas se podrán presentar, de acuerdo con el temario, a partir del 1 de junio hasta 15 de agosto, aunque los instamos a que lo hagan con toda la anticipación que les sea posible, ya que asistirá un importante representación de profesores europeos y americanos especialistas en Literatura Hispanoamericana.

Uno de nuestros objetivos, como en el Congreso de Madrid, es reunir a la mayor cantidad de narradores peruanos con la crítica especializada internacional. Como verán en el dossier, hay dos grandes temas: el rescate de narradores olvidados y la temática sobre la tradición narrativa. En estas mesas participarán tres ponentes y un moderador para que cada uno de ellos tenga un mayor tiempo de exposición. Cada propuesta de ponencia debe constar de una breve ficha bio-bibliográfica del autor y un resumen de una carilla de extensión sobre el tema escogido.

Al menos tres de las mesas de las 17 horas se dedicarán a la Encuentro de Narradores, el temario de las mismas será a propuesta de los mismos y versarán sobre la problemática de los narradores en el Perú; cada una de ellas abordará al menos dos temas de carácter general como el problema de la edición, las transnacionales de la cultura o la globalización entre otros. Cada narrador puede proponer los temas que crea oportunos y es independiente de si es ponente o no. La mecánica de este tipo de sesiones será diseñada por la organización y comunicada a la brevedad posible. La intención de este Encuentro es el intercambio de opiniones para llegar a un consenso sobre nuestra problemática y publicar las conclusiones.

Del mismo modo, para las mesas-homenaje a un narrador o grupo de ellos, como el caso del Grupo Narración, se deberá proponer a (los) narradores y los ponentes de la misma; también coordinarán con La Mirada Malva, en el caso de estar vivos, la invitación al evento.

Las ponencias aceptadas deberán entregarse a la dirección de correo electrónico que se dará oportunamente a más tardar el 15 de septiembre así como entregar en soporte CD una copia el día de la exposición.

De manera paralela al evento se realizará una "Feria de la Narrativa" y se organizará un número limitado de presentaciones de libros. Para que sus libros estén en dicha feria se coordinará con Teófilo Gutiérrez teogu@yahoo.com La presentaciones, de ser posibles, se coordinarán con la organización que en breve tendrá una página web. El autor hará las gestiones necesarias con quien designe presentador y es su responsabilidad asegurar su asistencia. Se está coordinando también la visita de narradores para hacer presentaciones y firma de libros en universidades y/o colegios de Huanchaco y Trujillo

La organización ofrecerá información sobre el hospedaje y está intentando concertar con hoteles de Huanchaco un precio especial, pero la gestión del mismo será realizado de manera individual por cada participante. Se están realizando también otras gestiones de apoyo, las cuales se informará oportunamente. De las actividades extra congresuales organizadas, como la vista a los complejos arqueológicos de la zona, también serán informados oportunamente. La inscripción es gratuita, sólo se pide a los participantes seis ejemplares de narrativa peruana, propia o ajena, editada entre 1980 y 2007 que se entregarán el día de la acreditación. Los títulos reunidos serán donados a instituciones culturales como la biblioteca pública de Huanchaco.

Para cualquier consulta o envío de ponencias, antes de inicio de la web, pueden hacerla al correo de Mario Suárez Simich naylamp25@hotmail.com

I. Proyecto Congreso


I 1. Motivos

El Primer congreso internacional de narrativa peruana celebrado el 2005 en Madrid ofreció un amplio panorama de los diferentes discursos narrativos producidos en los últimos 25 años. La pluralidad de las tendencias, las hegemonías y los conflictos existentes para definir tanto el canon o los cánones así como la tradición constituyeron temas que no pudieron quedar definidos en el evento. A nivel de los medios de comunicación la problemática quedó reducida al enfrentamiento de dos tendencias denominadas "andina" y "criolla" que de ninguna manera explica el complejo proceso de la producción narrativa del Perú. Por otro lado, las recientes generaciones de narradores han publicados textos que apuntan al surgimiento de una tendencia cercana a la narrativa fantástica y de otro, que siguiendo la tendencia realista tiene como materia de ficción las consecuencias de los años de violencia. Si algún acierto tuvo el congreso de Madrid fue el de mostrar el evidente auge de la narrativa peruana. Esta constatación hace necesario ahora analizar otros aspectos relacionados con este fenómeno. Lo primero por hacer es volver la mirada hacia los escritores que los anteceden con el objetivo de descubrir y rescatar a muchos de ellos injustamente olvidados. Esto, con la intención de definir un panorama lo más completo posible de la narrativa peruana que su vez significará hacer más sólida la tradición. También es necesario rendir homenaje a aquellos escritores que por su trabajo narrativo han contribuido e influenciado en el desarrollo alcanzado en las últimas décadas. La organización, en esta línea, rendirá un homenaje a los integrantes del grupo Narración.

Para comprender este desarrollo es necesario registrar y debatir la visión, relación e influencia personal o de grupo de las últimas generaciones de escritores peruanos tanto con la tradición propia como con la del resto de las narrativas. Los testimonios que se proponen recoger así como la confrontación del debate producirán documentos de suma importancia para el desarrollo trabajo crítico y académico, servirán también comprender la visión actual de los narardores peruanos.


II 2 Mesas y ponencias

La temática del congreso será escogida en base a tres niveles:

Homenaje y rescate: Una parte muy importante de la producción total de la narrativa peruana se encuentra poco difundida o es casi desconocida. Los trabajos críticos, de investigación y hasta los bibliográficos poseen aún enormes lagunas. Por esta razón, uno de los objetivos que se propone este congreso es lograr que académicos y creadores presenten como ponencias trabajos que pongan sobre la pista o difundan el trabajo narrativo de escritores cuyos textos merezcan ser rescatados del olvido o de aquellos otros que por méritos sean merecedores de un homenaje. Entre los primeros, a manera de ejemplo, se presentarán ponencias sobre la narrativa de Angélica Palma o Francisco Vega Seminario; entre los segundos, se realizará un homenaje al grupo Narración. Es también intención de la organización recibir propuestas para la reedición de textos de dichos autores para hacer una campaña por su publicación. Las propuestas de ponencias sobre este apartado deberá tratar sobre narradores o grupos de narradores que por sus méritos se quiera homenajear o sobre narradores cuya obra es desconocida o muy poca difundida.

Debate sobre la tradición narrativa peruana y mundial:

El desarrollo de la producción narrativa peruana de las últimas décadas ha ido abarcando la casi totalidad de subgéneros narrativos, desde el histórico hasta el de la ciencia ficción, así como también ha ido generando tendencias que reflejan su realidad social particular. Esta constatación, a nivel general, es el resultado de diversas influencias propias y foráneas y/o de nuevas propuestas en relación con la propia tradición. Debido a ello, la organización cree necesario discutir y dejar testimonio de la visión que tienen los creadores en relación con la tradición narrativa peruana y mundial. Los criterios, valores e influencias que han asumido de ambas y la valoración crítica personal y/o generacional de los narradores peruanos más reconocidos. Las propuestas de ponencias para este debate recogerán y confrontarán los testimonios personales de los narradores reuniendo en cada mesa a escritores de diferentes tendencias.


Encuentro de Narradores:

Una de las consecuencias del auge de la narrativa peruana es el importante incremento de nuevos escritores dispersos a lo largo y ancho del territorio y una cantidad significativa de ellos residentes en el extranjero. Su número y los muchos problemas que tienen en común así como la facilidad que ofrecen las nuevas tecnologías para interrrelacionarse ha generado la conciencia y la necesidad de plantear y buscar juntos soluciones a esos problemas. Conciente de ello, la organización propone celebrar una Encuentro Nacional de Narradores como un foro de debate sobre su problemática y como una oportunidad para conocerse e intercambiar experiencias y trabajos. Con este fin, las últimas mesas de cada día, de martes a jueves (tres mesas) los narradores que deseen participar, previa inscripción, propondrán temas de debate que se discutirán en asamblea para llegar a un consenso y proponer un manifiesto final.

LAS FALSAS ACTITUDES DEL AGUA *


A propósito de la segunda edición del libro de poemas de Andrea Cabel

Las falsas actitudes del agua de Andrea Cabel es uno de los libros más reveladores de la reciente poesía latinoamericana. Su rigor, su sentido de la estructura, su indagación en las formas, hacen que esta obra escape a lo que usualmente se entiende por poemario, una colección de poemas más o menos afines, para constituirse en cambio en un texto donde el notable conjunto produce un efecto, un golpe total, que no es exactamente la suma de sus partes. Es esa conciencia del libro como un todo lo que primero sorprende de Las falsas actitudes del agua y que lo separa radicalmente de toneladas de poesía que persisten en la gastada estética de los poemas aislados. Un libro que es entonces una indagación en las zonas más expuestas y abiertas de la poesía hoy y que no se resigna a reiterar lo sabido.

Es en ese sentido que el libro de Andrea Cabel se sitúa en la frontera de la poesía que los nuevos jóvenes vienen abriendo hoy. Lo mejor de ellos nos muestra obras hondamente situadas, expuestas, que no caen en el formalismo ni en el simple experimentalismo, porque están arrasadas de vida, de visión y de dolor, de tumefacción, pero que al mismo tiempo han comprendido que esos testimonios no son nada si no se les inventa una estructura, un orden, una nueva forma. Eso es una característica de las y los mejores poetas que han venido emergiendo en el nuevo siglo. Pero, con todo, no es usual que alguien que escribe alcance tan tempranamente el hondor y la lucidez artística que nos muestra este libro. Andrea Cabel viene a confirmar, y de manera sobresaliente, el hecho de que la poesía en nuestros países, pobres, marginados, arrasados de injusticias, continúa siendo un arte profundamente vivo y la vanguardia de todas las escrituras. Las falsas actitudes del agua es una elocuente muestra de esto.

Porque lo extraordinario es que esta obra no se queda en la construcción sino que en la vida. Su desgarro es conmovedor precisamente porque ha sido capaz de encontrar e inventar las modalidades de su “explosión de gritos”, de su angustia, de su certeza. Los nuevos grandes poetas latinoamericanos que han venido surgiendo en los últimos años en Perú, en Chile, en Nicaragua, en México, tienen ahora en Andrea Cabel a uno de sus nuevos estandartes. Mientras los nuevos poetas, hombres y mujeres, continúen ejerciendo su tarea con esta verdad, con esta inteligencia poética, con este riesgo, la poesía continuará siendo el arte del futuro.

Raúl Zurita
Santiago, mayo, 2007


(*) Poemario de próxima presentación en Chimbote.

POEMAS DE FERNANDO CUETO *


Si quieres ser poeta...

Si quieres ser poeta debes ir a París,
me dijeron.
O a Roma, si quieres ser músico.
Yo fui a Lima y me sentí en la luna;
fui a Ayacucho y hundí mi raíz en la tierra.
yo no quise ser poeta
ni músico
ni loco,
sólo quería sentarme frente al mar
sobre una piedra desnuda
y después caminar entre la lluvia
con un hijo bajo el brazo
y después descansar a la sombra
como un vino olvidado
amarillo y ciego.
No quise ver la guerra
Sólo quería escribir poemas:
Soy culpable.


La Taberna


Ebrio de niebla
un río de absenta
inunda
mis claras regiones.
Como una hembra
la brisa de sal
se enrosca en mi pecho.
Crepita en mi bolsillo
una fría luciérnaga
- moneda escapada de una rocola -
riela el espejo de plata
abrazo la cintura de la noche
amo este fuego
bailo.
Hierve La aberna
gime una guitarra
el chasquido de un beso
el gordo Quesada susurra
a la vieja luna.

Tiendo a la noche

Tiendo a la noche.
La luna, con su hechizo azulino
me transporta a mis primeros recuerdos
a los ojos fugaces
de una zarigueya robando en un nido.

Un búho inmóvil contempla
la bóveda del cielo. De pronto
el chillido de un roedor
rasga el negro velamen
y un breve resplandor
recorre el espinazo del mundo.

Oculto en la oscuridad, soy,
al mismo tiempo, el depredador
y la presa
un buen hombre que espera paciente
desde hace miles de años
a su próxima víctima.

Tiendo a la noche.
El día es hostil
una ciudad ruin y sin memoria.

(*) Poemas inéditos que son parte del libro Como el cielo los ojos, de inminente publicación.

ELOGIO DE LOS NAVEGANTES *




Notas breves sobre el proceso de la literatura en Chimbote

Augusto Rubio Acosta

Contribuir a una comprensión cabal del proceso literario chimbotano, inscribir este objetivo dentro de una doble perspectiva: por un lado examinar y valorar la creación literaria surgida en el puerto ante el telón de fondo de las preocupaciones y problemas históricos de su sociedad; y por otro, ubicar su devenir en el marco de la literatura peruana desde una posición personal que tiene presente el nivel cualitativo y de persistencia en el oficio de sus autores, sin perseguir extenderse en la sistematización del desarrollo literario portuario, es el propósito de las siguientes líneas.

José Martí, notable pensador latinoamericano, señaló que cada estado social trae a su expresión a la literatura, de tal modo, que por las diversas fases de ella pudiera contarse la historia de los pueblos con más verdad que por sus cronicones y sus décadas. Y es que la literatura sirve para potenciar de forma efectiva nuestras raíces y a la vez contribuir a la formación del gusto estético y los conocimientos que conducen al afianzamiento de amplios horizontes culturales y de la denominada identidad que aun nos es esquiva a quienes habitamos el puerto.

Antecedentes

El verdadero estudio de la literatura en el Perú exige el conocimiento de la producción lúdica del interior del país y la negación del centralismo limeño que tanto daño le hace a la cultura peruana. En ese marco, los orígenes del ejercicio literario en Chimbote podrían remontarse a la época prehispánica y/o precolombina, cuando lo que podríamos denominar “cultura moderna” aun era inatisbable en el horizonte del paisaje chimbotano. A fines del siglo XV existía en el Perú una cultura altamente desarrollada como lo testimonian la arqueología y la antropología. A pesar que los lingüistas han agrupado en el país lenguas diferentes anteriores a la llegada de Colón, sólo una correspondió a un grupo étnico de gran desarrollo socio - político y cultural: la inca. Antes, después del 300 a.C. y con la decadencia de la cultura Chavín y su influencia en los valles costeros de la zona central del Perú, surgió la cultura moche o mochica en la costa septentrional de Perú, dando lugar a la construcción de grandes proyectos de regadío, ciudades y templos, desarrollándose un comercio intenso que incluía la exportación de cerámica fina. Los moche representaron su vida cotidiana y sus mitos en pinturas, esculturas y cerámicas; se retrataban como feroces guerreros; ejercieron su influencia en suelo chimbotano y fabricaron también esculturas de cerámica modelada que representaban viviendas con familias, plantas cultivadas, pescadores e incluso parejas de amantes. También eran diestros trabajadores del metal. No podemos descartar entonces, en esa época, la existencia – a pesar que hasta la fecha no se cuenta con información al respecto- de algún tipo de expresión oral (relatos orales), pero no podemos calificarla como literatura si se entiende a esta como medio de expresión artística mediante la palabra escrita; recordemos que no se conocía la escritura sino hasta la llegada de los españoles.
Así, la configuración de la pequeña caleta de pescadores a mediados del siglo XVIII y su estrecha ligazón y dependencia política con el distrito de Santa, constituiría recién el escenario donde empezaría a forjarse la historia moderna de la literatura en Chimbote, dependencia histórica que impediría todo desarrollo social y truncaría las formas lúdicas que seguramente existieron de alguna forma entre los portuarios, pero que jamás llegaron a plasmarse o sobrevivir ante el paso implacable de la historia. La construcción del ferrocarril de Chimbote es un elemento crucial para entender el desarrollo de la futura megaurbe, la institucionalización de la caleta como puerto mayor y el fenómeno migracional registrado del interior de la región hacia la costa, sirve de alguna manera para que de a pocos la literatura que de alguna forma existía en el puerto quiebre la frontera invisible del anonimato y abandone el manuscrito, ejercicio lúdico que seguramente mantuvo ocultos a los creadores de su tiempo.
Recién en 1935 aparece “¡Se viene el carnaval!”, primer impreso de poesía surgido en Chimbote, entrega de un sólo pliego que tenemos a la mano gracias a un hallazgo del poeta Ricardo Ayllón. Su autor, Benigno Araico Baca (Santa, 1919) refirió en vida que el poema fue repartido a manera de volante en Chimbote y escrito a solicitud de la Asociación China. Este hecho y otros -como los poemas inéditos de Lina Gonzáles y Carlos Balta, fechados según el poeta Víctor Alvítez, en 1945 e inicios del sesenta respectivamente- constituyen muestras del origen nebuloso de la literatura en el puerto que seguramente con el paso del tiempo los investigadores desentrañarán para un mejor discernimiento.

El inicio
La abrupta avalancha migratoria acontecida en Chimbote en los años sesenta, el despegue industrial de la pesca y siderurgia, la crisis del campo y los problemas labores y sociales, constituyen el escenario donde aparecen los primeros libros que aperturan oficialmente el proceso literario en el puerto. Julio Ortega publica en 1966 el libro de cuentos “Las islas blancas”, luego se edita en 1968 la Antología Poética del Grupo Literario Perú (GLP), que trae autores como Iván Vásquez, Mario Luna, Hugo Vargas, Julio Bernabé, Pietro Luna, Arsenio Vásquez, entre otros. Cuentos del mundo portuario con cierta técnica todavía en construcción, y poemas surgidos de preferencias clásicas y modernistas unas, y experimentales otras, pero sin mayor conocimiento académico, con marcada ausencia de rigor, obedientes únicamente a la voluntad del autodidactismo urgido de acercarse –en el caso del GLP- a los estratos más diversos de la sociedad de su tiempo: los sindicatos, las fábricas, los pueblos jóvenes y las verbenas populares. Eran tiempos muy duros para el trabajo cultural.
En los sesentas nace también otro colectivo artístico: el Núcleo de Escritores y Poetas Radicales (NEPER) que desarrolló intensa actividad teatral, de difusión literaria y cultural. En 1969 entra en circulación la revista Alborada / Creación & Análisis, fundada por Óscar Colchado, Wilfredo Cornejo y otros estudiantes en la Escuela Normal Indoamérica, clara señal de que en Chimbote se abrazó el trabajo colectivo como arma edificante de un proceso primigenio en construcción.

Los setentas

Los años setenta estallan con la violenta irrupción en la literatura nacional, desde las aulas de la Universidad Villarreal, en la avenida La Colmena, de Lima, del Movimiento Hora Zero, que desde sus inicios contó con el aporte del poeta chimbotano Mario Luna. Hora Zero y su proyecto literario descentralizador y anticanónico buscará extenderse en las provincias, siendo Luna el encargado de “absorber” al GLP para formar el brazo horazeriano en Chimbote, junto a Enrique Cam –poeta de origen chino y con gran perspectiva que lamentablemente no pudo editar libro alguno-, José y Lina Gonzáles, Pietro Luna, Miguel Rodríguez, Hugo Vargas y Julio Bernabé, aventura que se mostró en determinado momento como la más activa y nutrida del movimiento horazeriano al interior del país.
En 1970, Julio Ortega publica “Mediodía”, su primera novela. El año siguiente, Editorial Sudamericana, de Buenos Aires, publicará la novela trunca y póstuma del escritor andahuaylino José María Arguedas: “El zorro de arriba y el zorro de abajo”, desaparecido dos años antes de un balazo en la boca en la Universidad La Molina; libro imprescindible para entender el proceso social, de transculturización y etnográfico de Chimbote, así como el mundo psicológico y de angustia existencial de su autor. En este decenio se publicará el primer libro de Óscar Colchado: la novela “Tarde de toros”; su primer poemario “Aurora tenaz”; y el único libro de cuentos de la década: “El trino de Lulú”, de Maynor Freyre, narrador limeño afincado temporalmente en el tráfago laboral de Chimbote. Escrito en 1973, “El trino…” está plagado de un lenguaje coloquial propio de la poética imperante de su tiempo. Otro libro-poema importante de este tiempo es “Poema para mis treinta años”, del horazeriano Mario Luna. No podemos obviar que en 1977 Colchado funda, dada la necesidad de impulsar a mayor escala la revista “Alborada”, el mayor colectivo literario y cultural de la historia del puerto: el Grupo de Literatura Isla Blanca, vigente actualmente luego de 30 años de trabajo ininterrumpido.

Los años ochenta
La nueva década se abre con una crónica novelada denominada por su autor, el escritor limeño Guillermo Thorndike: “El caso Banchero”, extensa obra narrativa de corte policial que recrea el asesinato del más grande empresario y depredador del mar peruano y chimbotano: Luis Banchero Rossi. Otro libro indispensable de estos años es “Del mar a la ciudad”, de Óscar Colchado, cuentos de profunda raigambre social y fino manejo estético que trae también el aire real-maravilloso que ha hecho tan famoso a su autor. De ese mismo año es “Los reclutas”, de Pietro Luna, cuentos de escaso nivel cualitativo que tienen como referente la relación ande-costa tan frecuente en el espacio geográfico porteño. Esta década será testigo de los grandes premios literarios obtenidos por Colchado, de su fervor editorial y de empuje al frente de “Alborada” y de “Isla Blanca”. Libros como “Tras las huellas de Lucero”, “Cordillera Negra”, “Cholito en los andes mágicos”, entre otros, le otorgarán a su autor la consagración nacional e internacional. En estos años se registra también el trabajo del naciente Grupo Literario “Creación” que edita una revista regularmente y una antología literaria que reúne a un conjunto de trabajadores de la palabra naturales de la zona. En 1985, Lluvia Editores publica el libro de cuentos de Antonio Salinas “El bagre partido”, conjunto de reminiscencias sociales en cuanto a su temática y logrado lenguaje. Del mismo modo se edita “Huerequeque y otros cuentos”, de Rogelio Peralta (1985) y “Abriendo la puerta” de Enrique Tamay, el primero carente de mayores recursos narrativos, y el segundo, con características peculiares de la literatura latinoamericana de su tiempo: el realismo mágico y sus variantes. En poesía se publica uno de los libros más importantes de Dante Lecca “Diálogo con un orfebre”, “Porque confío en el mañana”, de Marco Cueva, “Patio de prisión”, de Jaime Guzmán, “Sintonía del alba”, de Félix Ruiz, “Confesiones de mantícora”, de Gonzalo Pantigoso, entre otros tantos títulos de escritores portuarios en constante ejercicio y evolución. En 1988 Río Santa Editores, la mayor propuesta editorial en Chimbote a través de su historia, edita su primer título: “Antología Poética de Isla Blanca”, trabajos reunidos por el antes citado Pantigoso.

Los explosivos noventa
Los años noventa sirven para que la literatura en Chimbote alcance niveles de producción antes insospechados. Irrumpen en este decenio novelas desiguales como “El retorno” (1992) de Víctor Unyén, “Aroma”, de Víctor Sagástegui (1997) y “El puma habita en el alcanfor” (1999), de Marco Leclere. En esta década, el crítico liberteño Saniel Lozano lanza a circulación un libro por mucho años referente del trabajo escritural en Chimbote: “El rostro de la brisa” (1992). Óscar Colchado edita en esos años dos de sus más logradas novelas: “Viva Luis Pardo” (1996) y “Rosa Cuchillo” (1997). Julio Orbegoso lanza tres libros (1990-1993-1997) con cuentos de un lenguaje y nivel cuestionables, pero atendibles en cuanto a su temática marginal. Félix Ruiz edita el libro de narrativa breve “El anciano y la serpiente” (1994), enmarcado en la temática infantil; Marco Merry, un escritor preocupado por la temática regionalista, pero de un evidente afán de beneficio editorial, entrega Memorias de un campanero (1994) y otro volumen de narrativa tres años después; Marco Cueva publica sus cuentos en “Sobre el arenal” (1995), Gonzalo Pantigoso antologa a los mejores cuentistas portuarios del momento en la primera edición de “Cuentos del último navegante” (1994) y Dante Lecca debuta en la narrativa breve con “Sábado chico” y “Señora del mar”. La poesía se fortalece en esta década con la aparición de los poemarios “Caliarena”, de Brander Alayo -quien también inicia su trabajo con los talleres de poesía y narrativa breve a nivel escolar que lo llevan a publicar más de una decena de “Poecuentos”, importante contribución a la literatura infantil- ; “Piel dispersa”, de Dante Lecca; “Almacén de invierno” (1996) y “Des/nudos” (1998), de Ricardo Ayllón; “Metamorfoseo orgásmico” y Cantos de castor”, de Antonio Sarmiento, aparecidos en 1994 y 1999 respectivamente; la colección de poemas de Fernando Cueto, editada por la pujante Río Santa Editores en 1997: “Labra palabra”; “Cuaderno de interrogantes”, de Enrique Tamay y “El polen de los helicópteros” (1998), el poemario más representativo de Nelson Ramírez. No podemos soslayar el trabajo poético y de promoción cultural de Víctor Alvítez, quien entrega poemas en “Huesos musicales” y “Confesiones de un pelícano e inventario de palmeras”, en 1995 y 1998, respectivamente, así como el esfuerzo de autores para nada deleznables que hacen de esta década sumamente productiva, pero que no editaron libro alguno y mantuvieron su producción dispersa en revistas. De los noventa es también el trabajo editorial del colectivo “Bellamar”, que editó una buen cantidad de revistas del mismo nombre hasta finales de los noventa, la revista “Altamar”, dirigida por Jaime Guzmán que batió todos los records editoriales en el puerto, “Brisas”, un efímero grupo literario estudiantil, “El universalismo”, movimiento cultural que editó algunas revistas en su momento, y “Trincheras”, colectivo conformado por estudiantes de la Universidad Nacional del Santa que hicieron lo propio con su órgano de difusión literario. A finales de esta década aparece “Monólogos para Leonardo”, conjunto de crónicas de Ricardo Ayllón, quien también reunió en los noventa las crónicas de Antonio Salinas publicadas en revistas, editando “Embarcarse en la nostalgia”.

Letras del nuevo siglo
El nuevo siglo encuentra a Chimbote en una situación expectante en cuanto a su literatura. En los últimos tiempos han entrado a circulación libros importantes que marcan una evolución marcada en todos los géneros literarios. Así, las mujeres del puerto se decidieron a publicar sus primeros libros de poesía y lo hicieron con no poca calidad: Denisse Vega entregó “Euritmia” (2005), Eva Velásquez hizo lo propio con “Oleaje de mujer” (2005) y Patricia Colchado publicó “Blumen” a finales de 2004 lo que no quiere decir que sean las únicas en Chimbote en constante brega con la palabra. Ese mismo año aparece también una novela histórica escrita por Francisco Vásquez León: “Anco el guerrero”, quien acaba de entregar también su último trabajo novelesco: “Juno” (2006). Otras novelas surgidas son “Leyenda del padre”(2001), de Miguel Rodríguez Liñán, “Llora corazón”, de Fernando Cueto, y “Cuando cayó la noche”, de Víctor Sagástegui (2006). La antología “Cuentos del último navegante” de Gonzalo Pantigoso fue actualizada y renovada en más del 50 por ciento de su contenido, lanzándose la quinta edición del citado libro (Marea Cultural Editores, 2006). Ricardo Ayllón entregó en dos ediciones (2002 y 2004) “Navegar en la lluvia. Antología del cuento ancashino”, contribuyendo de esa manera al proceso literario desde una perspectiva regional. En 2001 apareció el libro de cuentos póstumo de Antonio Salinas “Verdenegro alucinado moscón” (2000) y también el de Rogelio Peralta: “Anchoveta de oro” (2001). Al año siguiente Leonidas Delgado edita sus primeros cuentos en “Viajero del tiempo”, el presente año apareció su segundo libro de narrativa breve titulado “Espina de pitahaya”. En este siglo apareció una novela distinta a las anteriores, un libro que ha marcado a quienes lo han leído y que habla de la destrucción del hábitat portuario y la recuperación de nuestras raíces: “Alejandro y los pescadores de Tancay” (2004), escrita por Braulio Muñoz. La leyenda no ha estado ausente es estos últimos tiempos y el libro “Leyendas de mar y arena”, de Rosa Leython, pude dar fe de ello. La narrativa se ha renovado a partir de la publicación del libro colectivo “Invención de la bahía” (2004) que trajo a cinco narradores chimbotanos, entre estos a “los nuevos” Ricardo Ayllón, Gustavo Tapia, Enrique Tamay, Ítalo Morales y Augusto Rubio. Precisamente Morales entregó también en 2003 “El aullar de las hormigas”, inaugurando el microcuento en Chimbote, el autor ha publicado también “Camino a los extramuros” (2005) y “El cielo desleído” (2006) y se ha convertido en importante referente del género junto a otros autores. Rubio por su parte ha entregado sus cuentos y crónicas en “Avenida indiferencia” (1era edición 2005 y 2da edición 2006) y el poemario “Inventario de iras y sueños” (2005); mientras que “El bautizo de los pescados” (2005), cuentos de Gustavo Tapia, ha contribuido a consolidar la tradición narrativa en Chimbote. La poesía no se quedó atrás en estos años, pues Jorge Hidalgo publicó “La influencia del chilcano de guinda en la sístole cardiaca” (2001), aparecieron los poemas de “Hablar de los caminos”, de Dante Lecca (2002), “Cadastro” (2002), de Miguel Rodríguez Liñán, “En la otra orilla”, de Jaime Guzmán, Roger Tang editó “Elogios del geranio” (2003), Juan Lucano publicó “Rosas negras” (2005), Ricardo Ayllón entregó el importante “A la sombra de todos los espejos” (2004), así como Antonio Sarmiento hizo lo propio con “El junco y la tormenta” el mismo año, y Jhon López entregó “Inicio del mundo” en 2006. Otro de los poetas nuevos y antiguo actor de teatro es Jorge Qwistgaard, autor de “La historia con sus patas de caballo” (2006). Una antología importante es la que apareció en 2005: “Tiempo de pesca” del Grupo de Literatura Isla Blanca, recogió lo mejor del trabajo cuentístico lanzando nuevas promesas del trabajo narrativo breve: Norma Jiménez y Jymn Muñoz. El crítico Gonzalo Pantigoso lanzó en 2006 dos libros: la colección de poemas “Atahar”, y el de cuentos “Lindero prohibido”. Este año encuentra –después de una agitada escena revisteril los primeros años del nuevo siglo: “Puerto de oro”, “Tinta libre”y otras- sólo dos revistas activas en el panorama literario chimbotano: “Mundo Cachina” –con su edición Nº 6 a punto de aparecer- y la legendaria “Alborada”, a punto de publicar su edición 28 dedicada a la violencia política, se mantienen en la brega, una lucha constante por instaurar definitivamente una tradición literaria en el puerto que cada día es más luz, más realidad y más verdad.

Juan Ojeda: Al borde del abismo


Heredero del romanticismo interior, del simbolismo más “iluminado” y de las prolongaciones de este en el expresionismo alemán, Juan Ojeda, la voz poética más elevada producida en Chimbote, nació en el puerto el 27 de marzo de 1944. Después de concluir la secundaria en el Colegio San Pedro, estudió pintura y escultura en la Escuela Superior de Bellas Artes de Lima, y Filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Poeta de excepcional e intensa capacidad lírica, se sumergió desde muy joven en la tradición hermética, órfica, visionaria y alquímica, sin dejar de lado la dimensión histórica y social de condena al orden establecido y de invitación a la conquista de las utopías con que soñaban los jóvenes de la generación del sesenta, tan influenciados por los cambios radicales y revolucionarios de la época.

En la poesía de Ojeda no se siente la división entre poesía “pura” y “social”. El modelo expresivo que propone se nutre de la “modernidad” francesa, hispánica, italiana, alemana, además de la poesía china, japonesa y de origen musulmán. Sus poemas se hunden en los ritos de Hermes, en reminiscencias de una vida atormentada y plagada de infortunios, en la pugna órfica con el caos, la muerte, y en lecturas y citas abrumadoras de poetas de signo trágico.

Ojeda publicó en vida la elegía Ardiente sombra (1963) dedicada al poeta Javier Heraud, asesinado en el río Madre de Dios. En 1966, el II Concurso “El Poeta Joven del Perú” organizado por la revista Cuadernos Trimestrales de Poesía, le otorgó la primera mención honrosa por Elogio de los navegantes, publicado ese año. De 1970 es Recital, y de 1972 Eleusis, editado por Gárgola, Colección de Poesía.

Juan Ojeda se arrojó bajo las ruedas de un auto en la cuadra 23 de la avenida Arequipa, en Lima, la madrugada del 11 de noviembre e 1974. Tenía 30 años cuando murió y era un poeta de verdad. El vate dejó una huella, un espíritu, una actitud y una influencia notoria en las generaciones de creadores peruanos posteriores. A cambio recibió el olvido casi total, absoluto y miserable que el Estado peruano otorga a sus mejores hijos. En 1986 apareció póstumamente editado por Runakay, su obra poética máxima Arte de navegar. En 1997 se publicó la plaqueta Epístola dialéctica, y en 2001 Cronopia publicó una edición ampliada de su libro principal. Han pasado 32 años de la partida de Juan Ojeda y dada su condición de “autor de culto” muy poca gente ha leído sus libros o visitado el pabellón Santa Carmen, nicho 55-A del cementerio El Ángel, donde descansan sus restos. ¿Será que como en su Crónica de Boecio “… nada queda ya sobre la tierra / que hayas odiado con cierta humillación / la dorada máscara / que repite el esplendor de aburridos gestos / aprendidos, sin duda, para consolarnos / y no hay consolación /…”?, ¿se trata acaso del exilio?...

“Isla Blanca”: 30 años mar adentro

Fundado el 9 de febrero de 1977 en el restaurant Venecia, de la tradicional avenida Bolognesi, en Chimbote, el grupo de literatura “Isla Blanca” constituye a lo largo de sus casi treinta años de vigencia en el panorama literario chimbotano y nacional, la más seria propuesta de trabajo colectivo y el mayor ejemplo de perseverancia en la historia del puerto. Hablar de “Isla Blanca” es remitirnos insoslayablemente a la revista “Alborada”, medio de difusión cultural que el escritor Óscar Colchado instituyera en 1969 en el entonces único centro de enseñanza superior de Chimbote: la hoy desaparecida Escuela Normal Superior Indoamèrica. Colchado y otros estudiantes fundaron “Alborada” imbuidos del revolucionario momento cultural y social que se vivía en Chimbote (boom pesquero, migratorio y siderúrgico, la transformación de la urbe en la más grande barriada del Perú con sus obvias consecuencias), además de los cambios registrados en América y el mundo; la revista es el punto de partida, el caldo de cultivo propicio para el nacimiento del grupo literario representativo de Chimbote.
En junio de 1977 la edición número ocho de la revista “Alborada” da cuenta en sus páginas del nacimiento de “Isla Blanca”: “Bajo el clima tropical de verano de l977, matizado con las frescas brisas del mar chimbotano, nace una agrupación cultural auténticamente popular que ama la literatura, la poesía y toda creación artística que exprese la realidad integral de este gigantesco puerto que supera ya los trescientos mil habitantes. (…) Pretende así el Grupo constituirse en la expresión genuina y auténtica de la cultura y arte chimbotanos. Tiene así mismo la intención de bregar por la creación y difusión de la poesía, el teatro y la literatura en sí, a través de recitales, exposiciones, fórums, conversatorios y círculos de estudio. Otra de las miras de la referida agrupación es la de estimular la creación literaria en la juventud y la clase proletaria, forjadora de la riqueza y de la producción nacional. La poesía que cultivan es de avanzada y de corte hondamente social. (…) Se espera que en el transcurso de una temporada a otra se logre contar con un equipo muy dinámico de poetas y compositores que den a Chimbote una fisonomía cultural propia…”.
Hasta ese año “Alborada” había entregado en su formato oficio y editado a mimeógrafo varios números con trabajos inéditos de altísima calidad escritos por reconocidos creadores y pensadores peruanos: cartas inéditas de José María Arguedas; trabajos de Juan Ojeda, Wilfredo Kapsoli, Francois Bourricaud, Cecilia Bustamante, Sonia Luz Carrillo, Rosa Cerna Guardia, Marcos Yauri, Maynor Freyre, Román Obregón, Gustavo Armijos, Jesús Cabel, Juan Félix Cortez; poesía de “Hora Zero”; entre otros autores. A partir de los siguientes números (un total de 26 ediciones hasta la actualidad) se incorporaron mayoritariamente trabajos de autores chimbotanos orientados a la investigación y el goce estético, se percibe también el compromiso ideológico de los integrantes del Grupo y se instauran temas específicos en cada edición de la revista.
“Isla Blanca” ha priorizado desde su nacimiento el trabajo creativo de sus integrantes, el pensamiento crítico y la relación intrínseca del trabajo cultural con el desarrollo popular. Muchos escritores que han llegado a sus filas, han crecido con el tiempo y desarrollado enormemente su talento escritural. Sus miembros han publicado la mayoría y más importante cantidad de libros de cuento, poesía, ensayo, revistas y antologías producidas en Chimbote, la región y la zona norte del país. Numerosas estudios y publicaciones nacionales de literatura se han ocupado de su trabajo y editado antologías poéticas a lo largo de las tres décadas que les ha tocado vivir. Sus integrantes han participado de innumerables recitales y encuentros de escritores regionales y nacionales; los escritores de ”Isla Blanca” han sido merecedores de innumerables premios nacionales e internacionales de literatura, educación y periodismo, han difundido permanentemente sus trabajos en revistas de otros ámbitos, participado de un intercambio permanente de publicaciones del Perú y el extranjero, así como realizado talleres de poesía y estudiado la literatura peruana. En octubre del presente año “Isla Blanca” organizó en Chimbote el V Encuentro Nacional de Escritores “Manuel Jesús Baquerizo”, evento cumbre de las letras peruanas realizado en el puerto, hecho sintomático que muestra la vigencia y la trascendencia de este grupo literario.
Por esta institución de la cultura chimbotana han pasado muchos poetas, narradores, ensayistas y trabajadores culturales en las tres épocas claramente definidas que le ha tocado vivir, siendo los más representativos su fundador Oscar Colchado, Wilfredo Cornejo, Hugo Romero, Marco Cueva, Gonzalo Pantigoso, Miguel Rodríguez, Pietro Luna, Víctor Plasencia, Félix Ruiz, Jaime Guzmán, el pintor Julio de Castilla «Salamandra», Antonio Salinas, Pedro Rodríguez, Leonidas Delgado, Dante Lecca, Brander Alayo, Enrique Tamay, Gloria Díaz, Carmen Mimbela, Medalit Escalante, Lucy Eustaquio, Norma Jiménez, Francisco Vásquez Carrillo, Jhon López y Augusto Rubio Acosta. A 30 años de su fundación, remando mar adentro por la instauración de una conciencia literaria en el país y con una nueva generación de creadores portuarios, continúan aun vigentes las palabras que los fundadores del Grupo publicaron en el manifiesto “Palabras desde el lomo de la isla” de 1977: “Nuestros versos tienen aroma de algas, consistencia de roca, fuerza de viento, de ola rugiente, de mar embravecido. Queremos que nuestra voz llegue a las caletas dormidas en el tiempo, a los villorrios de tierra adentro, a las calles despobladas de alegría de las barriadas costeras, los caseríos de piedra del Ande, los bohíos de palma del llano amazónico, donde viven nuestros hermanos (…) Somos la conciencia de un pueblo que despierta y dirige sus pasos a la liberación final. Definitiva. Eso es lo que escribiremos. Lo que cantaremos”.

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13.- MUÑOZ, Braulio. Alejandro y los pescadores de Tancay. Andrea Lippolis Editore. Italia, 2004
14.- OJEDA, Juan. Arte de navegar. Antología. Arteidea, Lima, 2005
15.- PANTIGOSO LAYZA, Gonzalo. Cuentos del último navegante. Antología. Marea Cultural / Arte y Comunicación, Chimbote,
16.- PANTIGOSO LAYZA, Gonzalo. “Panorama de la literatura chimbotana”. En Revista Peruana de Literatura No 2. Lima, setiembre-octubre,
17.- PINILLA, Carmen. José María Arguedas: ¡Kachkaniraqmi! ¡Sigo siendo! Textos esenciales. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima, 2004
18.- SÁNCHEZ LIHÓN, Danilo. Trompeta del juicio final. Razón y pasión de Juan Ojeda. Inlec, Lima, 1999
19.- TORO MONTALVO, César. Grandes obras maestras. Literatura Peruana. Tomo IV. San Marcos, Lima, 2005

* Tomado del Libro del Centenario de Chimbote, editado por la Comisión Pro Centenario de Chimbote. Diciembre de 2006.

CONTRA LA DESTRUCCIÓN DE LOS MURALES DE CÉSAR CALVO DE ARAUJO




Cruzada intelectual desde Iquitos hacia todo el Perú

Luego de que el semanario Kanatari publicara la noticia de que la Municipalidad Provincial de Maynas pretendería demoler algunas paredes internas del antiguo palacio municipal de Iquitos, donde se encuentran algunos de los murales mas importantes de César Calvo de Araujo, artista plástico de gran valía y significado de la Amazonía peruana, un grupo de intelectuales, periodistas y ciudadanos ha decidido enviar una carta abierta al alcalde de la ciudad, en el que le hace ver el grave error que significaría llevar a cabo dicho atentado contra el sentido estético e histórico de una comunidad.He aquí el texto. Según sus manifestantes, aún se reciben adhesiones al mismo.Lima, 20 de Julio de 2007Sr. Salomón AbenzurAlcalde de la Municipalidad Provincial de MaynasSr. Alcalde:Los abajo firmantes: artistas, intelectuales loretanos y de otros rincones del Perú, queremos manifestar nuestra profunda preocupación debido a que hemos recibido la (mala) noticia de que los murales del reconocido artista amazónico César Calvo de Araujo que se encuentran en el local municipal frente a la Plaza de Armas de Iquitos van a desaparecer porque se piensa remodelar dicho local.Calvo de Araujo es uno de los grandes representantes de la pintura amazónicay nacional y, atentar contra su obra demuestra no solo ignorancia respecto al valor de las artes, sino un desconocimiento de la importancia de dichos murales para la cultura loretana.Si bien es cierto que están deteriorados, cualquier decisión que deba tomarse sobre su futuro, debe pasar por profesionales expertos en restauración, y no a decisiones políticas.Queremos alzar nuestra voz de protesta por este nuevo atropello a la cultura loretana y exigimos que se detenga la destrucción de dichos murales y que se conforme una comisión de expertos del INC Nacional (en Iquitos no existen restauradores) para evaluar el estado en que se encuentran y su posible restauración.Nada identifica más a una región, ciudad o pueblo que su cultura. Los artistas y sus obras merecen respeto.
No existe desarrollo sin desarrollo cultural.
Atentamente,
Graciela Soriano de Calvo, viuda de César Calvo de Araujo, Nania Calvo de Domenack, Contadora, hija de Cesar Calvo de Araujo, Helwa Calvo de Gil, Químico Farmacéutica, hija de César Calvo de Araujo, Cesar Ángel Calvo, Actor y Director de Teatro, Hijo de César Calvo de Araujo, Selva Millheiser, Ayudante ejecutivo, hija de Cesar Calvo de Araujo, Guillermo Calvo Soriano, Pediatra, hijo César Calvo de Araujo, Max Hernández Calvo, Curador, nieto de César Calvo de Araujo, Helwa Gil Calvo, Ingeniera de Sistemas, nieta de César Calvo de Araujo, Nania Schaerer-Hernandez Calvo, Bióloga, nieta de César Calvo de Araujo, Diana Gil Calvo, Administradora, nieta de César Calvo de Araujo, Gino Ceccarelli, artista plástico, Christian Bendayán, artista plástico, Lala Rebaza, artista plástica, Francisco Bardales, periodista, Miguel Saavedra, artista plástico, Carlos Reyes Ramírez, director INC Loreto, Gredna Landolt, curadora del Centro Cultural Inca Garcilaso del Ministerio de Relaciones Exteriores, Rafo León, periodista, Max Hernández Camarero, psicoanalista, Antonio Melis, catedrático de Literaturas hispanoamericanas y Director del Centro Interdepartamental de Estudios sobre América Indígena de la Universidad de Siena (Italia), Elida Román, Crítico de arte y curadora independiente, Claudia Otero, geógrafaOdisa Paola Izquierdo, Fotògrafa Elohim Monard, comunicadorIsabel Gil Calvo, periodista.Juan Carlos Domenack Lentzkow, Arquitecto, Juan Carlos Domenack Calvo, ArquitectoNadiana Corcuera Andrino, actrizJavier Corcuera Andrino, cineastaRosamar Corcuera Andrino, artista plásticoAna Corcuera Andrino, Folklorista y bailarinaArturo Corchera, poetaRosario Gonzalez Sabogal, Diseñadora de JoyasSantiago Alfaro Rotondo, sociólogoGiancarlo Leon Waller, estudiante de arte PUCPBasilio Soraluz, actor y director de teatroKukuli Velarde, artista plástico Andrea Mejía, ComunicadoraNani Cardenas, escultoraEloy Neira de la Cadena, MúsicoAlfredo Márquez, artista plásticoGabriela Germaná, historiadora de arteAdrián Portugal, fotógrafoFernando Najar Freyre, periodistaÁngela Kuroiwa, Diseñadora GráficaLando (Orlando López), artista plástico – caricaturistaSergio Rebaza, PeriodistaLuis González-Polar, comunicador socialLuis Alberto Ayarza Uyaco, artista Plástico - Historiador de ArteCarolina Sanseviero, EmpresariaPhilippe Gruenberg, artista visual y fotógrafoYván Torres Battifora, PeriodistaIris Battifora Suárez de TorresAlvaro Torres Berrios, CesanteRaimond Chaves, artista plásticoMariella Agois Banchero, artista plásticaFernando Bryce, artista plásticoRafael Díaz, artista plástico y escénicoItala Morán Sánchez, trabajadora socialVania Portugal Larco, promotora de arteSophia Durand, Creativa gráficaAlfredo Villar, escritorEmilio Lòpez - artista plásticoGiuseppe De Bernardi, artista plásticoOlga Engelmann, artista plásticaAlberto Chirif, AntropólogoTito La Rosa, músicoFabiola Otero, psicólogaEduardo Llanos, artista plásticoMónica Gonzales, artista plásticoArmando Williams, artista plásticoTavo Castillo, músicoEnzo Ruiz Ramírez, Diseñador gráficoRafael Otero, economistaGustavo Buntinx, historiador de arte y curador independientePatricia Eyzaguirre, Artista plásticaRoxani Rivas, AntropólogaLuis Monard Gálvez, CesanteRubén Manrique, actor teatralRuth Manrique, Actriz y CantanteEnrique Planas Ravenna, periodistaIsabel Sánches, trabajadora social (España)Valeria Ghezzi, artista plásticaGilda Mantilla, artistaMiguel López, fotógrafo y curador independienteGiuliana Borea, antropóloga y museólogaHarry Tarazona, arquitectoRember Yahuarcani, Artista PlásticoIosef Navarro, Centro Peruano de TeatroEduardo Navarro, Centro Peruano de TeatroCesar Villeas. Narrador, investigador y promotor de la narración oralJosé Antonio Núñez, Musico, artista plástico, narradorLuis Ramírez, Actor y director de teatroTachi Arriola Iglesias, radialista.José Ignacio López Vigil, escritorVictoria Cohen Tello, IngenieroAhuva Cohen, ecologistaOrieta Cohen, actrizRosa Andrino FuentesCinthya Zegarra, fotógrafoGonzalo Tello, escritorAlberto Tello, experto en comunicacionesJessica Peña, ama de casaMirtha Correa Álamo, comunicadora socialVíctor Manuel Manrique, escultor y museógrafoArnold Vicente Vicente, Director de Prom Pisco - CULTURA & TURISMOJuan Benavente, poeta y narradorRoberto Ramírez, Animador CulturalElvia Benavente Álvarez, EscritoraJorge Díaz Herrera, escritorAnahi Bastian Morales, ArquitectaDr.Alberto Otero Mutin, Medico-CirujanoPatricia Vargas R., ArquitectaLuis Fernando Chueca, poetaAdela Barrio Tarnawiecki. Escritora y empresariaLaura Batticani Barrio. Poeta, fotógrafa y cineastaIlya Quimper, artista plásticaAdela Tarnawiecki de la Rosa, Escultora.Carmen Tarnawiecki, Diseñadora.Jorge Cereceda Castro, Comunicador y MúsicoDavid Dudenhoefer, PeriodistaDiana Alcántara Loli, Diseñadora gráficaHelga Henderson Díaz, pedagogaJulia Jáuregui Rengifo, EconomistaRoxana Aguilar Velarde, PsicólogaCecilia Orbegoso Aguilar, MédicoCesar Gonzáles Díaz, EmpresarioCarlos Fernández Loayza, PeriodistaMilagros Piaggio Álamo, economistaJoan Viva, Escritor, Casa del Poeta PeruanoDr. Carlos Solís Balbuena, Jefe de Cirugía del Ex-Hospital Del NiñoTatiana Berger Vigueras, poeta y periodistaHarry Chávez, artista plásticoFernando Luis Lévano Castillo, Mayor General FAP, retiradoMónica Negrete Guzmán. Médico.Juan Cristóbal, poeta y periodistaRafael Freyre, Mendieta arquitecto y actorRaúl del Águila, actor y director de teatroChristian Frias, actor y director de teatroAldo Callegari, sonidistaManolo de la Cuba, psicólogoJulia Tabernero Sierra, estudiante (España)Ana Tabernero Sierra, músico (España)Laura Palacios Folgado, estudiante (España)Pilar Sierra Crespo, Administración (España)Carlos Tabernero Martinez, Comercial (España)Juan Infante, SociólogoMercedes Berná Sicilia, Psicóloga (España)Karim Borjas, artista plastico (Francia)Ohan Maras, Marchand d’art (Francia)Marina Galán, promotora de Arte (México)Leobardo Jacob Lechuga, Critico de arte y curador (México)Tito González, Crítico y promotor de Arte (Chile)Eduardo Justo Caballero, EmpresarioIvo Perez-Barreto, Cineasta y escritorSkip Sherman, diseñador y decorador (USA)Mike Malek, Diseñador y programador (USA)Pia Garcia, diseñadora y dibujante (USA)Francesc Serra, artista y publicista (España)Manel Armengol, artista fotógrafo (España)Paola Gálvez – AbogadaRoberto Bustamante Vento, arqueólogoViviana Martines, psicóloga (USA)Juan F. Calderón - Ing. Electromecánico, Augusto Rubio Acosta, narrador y periodista (siguen firmas)

domingo, 22 de julio de 2007

DE CÓMO ALCANZAR LA LIBERTAD *





Augusto Rubio Acosta

Conozco a la Tía Sara de la bronca al costado del estadio, de la mañana en que mechamos a patadas y pedradas a la poli, y terminamos defecando en el portatropas policial debido a los inefables efectos de las bombas diarreicas que por ese tiempo arrojaba la tombería. Conozco a Sara de los años en que el sindicato era el sindicato: una turba de radicales que no detenían ante nada y tomaban la planta siderúrgica cuando mejor les parecía con tal de hacer valer nuestros derechos y alcanzar la libertad.

¿Recuerdas la mañana en que apareció en el barrio, cuando todos la miraban y hasta se acercaban los curiosos a cirearla?... Zoila llegó muchacha, se bajó de un ómnibus vetusto que decía “Trujillo” en letras luminosas, escupió en la avenida Gálvez, tomó su caldo e´cabeza en los agachados de El Progreso, y de ahí se fue directo a la casa del sargento, a su nueva chamba de doméstica en el puerto. Sí, era delgada, hasta buena moza se le veía. Después conoció a las chicas esas que llegaban al barrio y la terminaron inquietando: se fue a trabajar en las picanterías y cebicherías del centro de la ciudad, donde acabó conociendo a los pescadores e involucrándose en su lucha.

“Yo nací en Barrios Altos (barrio guapo y goleador) hace setentaiún años. A los diecisiete me largué a Trujillo con una amiga porque quería ser libre, no me gustó el colegio y entonces decidí abandonarlo en primero de primaria. Cojudeces, a mí me llegó altamente estudiar... Yo no he necesitado ser estudiosa pa´ ganarme la vida; para esto (la lucha social y popular) no se necesita escuela ni universidad, yo soy Zoila Valdivia Paz, para servirte”… La voz de la Tía Sara se mezcla con el estruendo callejero de combis, colectivos, tricicleros, ambulantes y el infierno entero en las afueras del Sindicato de Obreros de Siderperú. Hemos venido a entrevistarla y ella se ha mostrado amable, será por el tiempo que nos conocemos, por la confianza que tácitamente nos tenemos, será porque aún recuerda lo del portatropas policial o “comancar”, que ahora le dicen.

La Tía Sara era jodida, pícara, jodidaza. Ni bien llegó a Chimbote se vinculó al mundo de los pescadores, como te venía diciendo. Paraba chupando y bailando en las picanterías y las juergas que por ese tiempo hacían reventar la ciudad con su humo naranja frente al barrio obrero y las enormes columnas de humo tóxico que vomitaban La Florida y el 27 de Octubre. Había billete, harta plata y los pescadores se limpiaban el trasero con los fajos de dinero en los bares del puerto. No había día en que no se pescara miles de toneladas de anchoveta, y la bonanza le hacía crecer las nalgas a las chicas de pueblo en la ciudad y el ego en el pecho y el bolsillo a los rudos hombres de mar.

Seguro tú recuerdas la primera huelga a la cual se incorporó, cuando llegó a casa y golpeó la puerta para intentar llevarnos a la asamblea... La Tía Sara preparaba la comida durante la olla común, durante las ollas comunes y las huelgas que de ahí en adelante organizarían los diferentes gremios laborales: los trabajadores del Sindicato del Agua Potable, de Pescaperú, los del Sutep, Fesideta y finalmente los obreros de Sider donde terminaría encariñándose... Sí, no había marcha y desborde popular donde no estuviera presente para repartir volantes, hacer pancartas y lanzar arengas entre la masa, para carajear, gramputear y patear bombas lacrimógenas contra quienes representaran el sistema caduco y opresor de los trabajadores.

“La tombería me fracturó la columna la vez que tumbaron la puerta del sindicato y me tuve que aventar del segundo piso para que no me capturen. Un guardia me fracturó las costillas y la clavícula de los golpes que me dio con un palo. También he sufrido la fractura de las dos piernas… Como ven, son las consecuencias de la lucha por los derechos del pueblo, por gritar, reclamar, exigir, enfrentarse al poder, a la injusticia. Cuántas veces he mechado a la poli, uhhh… si hasta les he hecho corralito”, cuenta la Tía, mientras critica a las mujeres que han vivido de espaldas a la lucha popular, a las “amarillas” que ella misma ha correteado y arrojado pintura “para que aprendan a ser bien hembras” y observamos sus uñas mal pintadas y carcomidas por hongos o por su sencilla senilidad.

La Tía vivió buen tiempo en El Progreso, en casa de unos familiares. Después que quemó sus baterías y pagó su derecho de piso en las violentas protestas de los gremios laborales de la ciudad, el Sindicato de Obreros de Siderperú la llamó para que se haga cargo de la cocina, asignándole un sueldo básico y entregándole un pequeño espacio que le sirve de casa-dormitorio junto a la puerta principal de su local central. “La Sarandonga”, empezaron a llamarla. La canción de “Los Compadres” le había pegado una chapa singular a sus años intensamente vividos, y a ella no le incomodó. Son más de treinta años peleando en las calles por los aumentos de sueldo, por el respeto a los derechos de los trabajadores, por Chinecas, por la Ley Chimbote, por la Universidad Nacional del Santa y por decenas de despidos arbitrarios. Son cientos de marchas las realizadas, cientos de arengas, gargantas rojas, y miles de ajos y culebras contra los tombos, milicos, gerentes siderúrgicos y dictadorzuelos que se le han puesto al frente, los que han salido de los labios y los brazos enhiestos de Sara, cuando de luchar por sus ideales se trata.

¿Recuerdas cuando la vimos revolcarse en una protesta ante el Poder Judicial, cuando se desnudó en una huelga de profesores y en la televisión un periodista despistado señaló que una maestra jubilada había hecho nudismo en una marcha de la avenida Gálvez?… Ahora que la veo bien, como que los años ya han empezado a hacer estragos en su rostro fiero y a la vez dócil, en su pinta de dueña del sindicato y en su calidad de mujer en todo el sentido de la palabra. ¿Hijos?…, una vez contó que tenía dos hijos, supongo que el tatuaje que lleva en el brazo derecho se lo ha hecho para perpetuar el nombre de sus vástagos. Supongo, digo, habrá que preguntarle…

“Sí, estuve casada… me casé y tuve a mi Juanita (que vive en Lima) y mi Jorge Luis que trabaja aquí en El Progreso. Mi esposo falleció hace años y como que me he acostumbrado a vivir sola… Yo les he gritado su vida a todos los gerentes de Sider, a los presidentes regionales, a los alcaldes y a todas las autoridades hipócritas que se han olvidado de sus promesas, de las necesidades del pueblo y que conchudamente viven de nosotros… Antes los gobiernos no querían que las mujeres gritemos, que reclamemos, calladitas querían que estemos. Yo nunca me he callado y hasta mi muerte voy a defender a los trabajadores. Será porque yo no vivo de los gerentes ni de esa gente de arriba que se la lleva de bajada y mucho menos de esos izquierdistas que se pasaron a cierto partido en las últimas elecciones, que yo no le temo a nada… La nueva dirigencia del sindicato me ha prometido una casita detrás del estadio, allá me iré -joven- aunque la verdad este será siempre mi hogar”, afirma Sara, mientras un grupo de obreros ingresan al local sindical (asamblea en ciernes) y ya tenemos que irnos.

Ojalá la mayoría de mujeres chimbotanas tuvieran el coraje de enfrentarse a su destino, -pensamos- ojalá tuvieran la sensibilidad social y la necesidad de libertad a flor de piel. Ojalá hubieran Saras en cada empresa, en cada barrio, en cada comunidad, en cada ministerio, para hacer del país un Perú distinto… Hace calor en la avenida, si no tuviera que hacer le hubiéramos invitado una chela a nuestra septuagenaria interlocutora y nos lo hubiera aceptado gustosa. Nos alejamos pensando en los tiempos idos, en los años del dorado portuario, la época de los sindicatos invencibles y el fervor popular en este puente que ahora atravesamos a pie camino al centro, mientras el soldado desconocido nos mira -todo verde, ridículo y tieso- como queriendo venir con nosotros y olvidarse del caos. “Volveremos Tía Sara, no lo dude. Nos veremos en la marcha, -qué más le podríamos decir, dónde más la podríamos ver- en el próximo paro regional o en una nueva mañana soleada como esta en que nos ha bastado conversar contigo, reír, recordar (tomarnos una sórdida chela al paso en El Progre, camino al periódico), para alcanzar la libertad”.

(*) Crónica ganadora del Concurso Nacional de Periodismo 2007 organizado por el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social.

sábado, 21 de julio de 2007

Carta abierta en defensa del Patrimonio Cultural de Chimbote





Augusto Rubio Acosta *
José Reyes Carranza *

Al Poder Judicial
A la Municipalidad Provincial del Santa
A los Colegios Profesionales
A las instituciones culturales
Al pueblo de Chimbote:

Un auténtico crimen de lesa humanidad ha cometido recientemente en Chimbote el juez del Segundo Juzgado Penal, Jorge Ramos Orrillo, avalado por el Fiscal Decano, Hugo Farro Murillo, al sentenciar a tres años de cárcel más una reparación civil a Jorge Álvarez Bocanegra y Jessenia Béjar Cano (representantes del INC Chimbote), por el supuesto delito de usurpación agravada en “perjuicio” de Carlos Díaz León, quien dice ser presidente de la una facción de Apemipe y que en realidad es el verdadero usurpador de uno de los ambientes de la antigua Estación del Ferrocarril, espacio que ocupó por tantos años sin pagar absolutamente nada y el cual pretende ahora que se le restituya.

Esta insólita sentencia ha sido apelada recientemente por los perjudicados, encontrándose hoy la documentación del caso en manos de la Primera Sala Penal de la Corte Superior de Justicia del Santa, que preside Porfiria Condori Fernández, y que integran los vocales de turno Nilson Espinoza Lugo y Apaza Panuera, quienes ahora tienen la gran responsabilidad de administrar justicia y la obligación de defender el patrimonio cultural de la nación.

Como es por todos conocido (menos por quienes se encargan de “administrar justicia”), la Estación del Ferrocarril fue declarado “Monumento Histórico” y es parte del Patrimonio Cultural de la Nación, mediante la Ley 28296; por lo tanto, sentencias como de las que lamentablemente hoy tenemos que ocuparnos son las que han hecho del Poder Judicial una de las instituciones más corruptas y desprestigiadas del Estado. El Poder Judicial se autocalifica contundentemente mediante fallos errados como el líneas arriba mencionado, como el cáncer del fujimontesinismo que el actual gobierno aprista continúa respaldando, aún cuando esto atenta contra la institucionalidad del país.

A los suscritos nos sorprende que esta sentencia injusta, emitida en mayo pasado, no haya merecido un enérgico pronunciamiento del alcalde provincial, Guzmán Aguirre Altamirano, ni de los colegios profesionales, instituciones sociales y sobre todo, de las instituciones culturales de la ciudad, las mismas que con su desidia sólo contribuyen a legimitimar la impunidad de este atentado a la cultura de nuestro pueblo.

Desde estas líneas exigimos un accionar más vigilante del interés colectivo y el inicio de las medidas cautelares que correspondan a la defensa del patrimonio cultural de la nación. No es posible que cualquier hijo de vecino que sólo busca el beneficio pecuniario pretenda enquistarse en un espacio que le es ajeno por antonomasia, legalidad y sentido común. Ya es hora de que el Poder Judicial dé una clara muestra del cumplimiento de sus elevadas funciones en la administración de justicia. Sólo así se hará merecedor del respeto de los trabajadores culturales y de la ciudadanía en general. Mientras, este lunes por la mañana estaremos respaldando la concentración de actores culturales de Chimbote, quienes se darán cita en la antigua estación del tren para solidarizarse con la defensa de nuestra historia y patrimonio cultural, así como para rechazar toda forma de injusticia. Defendamos la Estación, escribamos la historia.

¡Viva la Estación del Ferrocarril, monumento histórico y bien inalienable que todos debemos proteger!

¡Cárcel para el verdadero usurpador de nuestro patrimonio cultural!

¡Justicia para Jorge Álvarez y Jessenia Béjar!


Chimbote, 22 de julio de 2007

(*) Marea Cultural / Arte & Comunicación.
(**) Biblioteca Popular “Juan Ojeda”.